Las tres mujeres de Woody Allen
FOTO: www.celuloideydvd.es
Cruz, Bardem y Johansson, el trío explosivo de Vicky Cristina Barcelona, una cinta dirigida por Woody Allen.
Una vez más Woody Allen hace lo de siempre, solo que en esta ocasión de una manera más superficial.
Vicky Cristina Barcelona es una cinta ligera, si se la compara con Stardust Memories, con Manhattan Murder Mistery o Annie Hall. Sin embargo, esta comedia tiene un brillo y el toque Allen a flor de piel: ahí se repiten sus obsesiones, los diálogos circulares y exasperantes, la música emblemática que podemos recordar hasta cuando abandonamos la sala oscura.
Y sobre todo, la temática del amor inconexo personificado en la pareja de Juan Antonio y María Elena (Javier Bardem y Penélope Cruz) y por las turistas norteamericanas Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson).
Woody Allen es un especialista en mostrar mundos dicotómicos en donde la presencia del amor hace más grande la imposibilidad del encuentro perfecto y absoluto, estereotipo del imaginario social que idealiza este sentimiento.
No es un albur que los personajes de Allen sean intelectuales o artistas que hablan sobre sus búsquedas íntimas, que exteriorizan lo que el común denominador de las personas no hace, pero que no por eso está ausente de sus vidas: la falta del amor en el sentido de lo que no se puede llenar, de lo que no alcanza a explicarse porque es imposible.
Cristina busca una pasión profunda; Vicky una relación estructurada y de hecho está próxima a casarse con un hombre que siempre ha deseado: un anodino hombre de negocios, exitoso en el sentido tradicional de la palabra.
El guión de esta cinta, también escrito por Allen, coloca a estas dos mujeres en una encrucijada después de que aparece Juan Antonio, un pintor reconocido que ha tenido un divorcio sonado en el mundo del arte, sobre todo por la destrucción a la que llegó cuando su ex esposa María Elena, una pintora genial y desequilibrada, casi lo asesina.
“Solo el amor no satisfechopuede ser romántico”, dice el protagonista. Cristina, que ensaya ser poeta, se lo repite cada vez que medita. En su propia reflexión dice que busca algo diferente y ella se traduce a sí misma: “Significa que no sé lo que quiero, solo lo que no quiero”.
Hay una voz en off que conduce la historia y que acompaña a la cámara en el periplo por la ciudad, una vez más otra protagonista en las cintas de Allen. La diferencia radica en que no es un espacio oscuro y enigmático, sino soleado y descubierto en donde las obras de Calatrava, Gaudí o Miró están expuestas como en una postal. Las últimas obras de este director (El sueño de Cassandra y Scoop) también fueron filmadas en Europa.
Vicky Cristina Barcelona es una cinta absolutamente digerible, muy diáfana y en donde se puede apreciar la facilidad de los diálogos inteligentes del director neoyorquino de 78 años, que reveló que aceptó rodar la película en Barcelona porque se lo propusieron, y que ya este filme es historia.
Su nuevo proyecto es Whatever matters, y con él regresa, después de algunos años, a la gran metrópoli de sus sueños y obsesiones: Nueva York.
Y sobre todo, la temática del amor inconexo personificado en la pareja de Juan Antonio y María Elena (Javier Bardem y Penélope Cruz) y por las turistas norteamericanas Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson).
Woody Allen es un especialista en mostrar mundos dicotómicos en donde la presencia del amor hace más grande la imposibilidad del encuentro perfecto y absoluto, estereotipo del imaginario social que idealiza este sentimiento.
No es un albur que los personajes de Allen sean intelectuales o artistas que hablan sobre sus búsquedas íntimas, que exteriorizan lo que el común denominador de las personas no hace, pero que no por eso está ausente de sus vidas: la falta del amor en el sentido de lo que no se puede llenar, de lo que no alcanza a explicarse porque es imposible.
Cristina busca una pasión profunda; Vicky una relación estructurada y de hecho está próxima a casarse con un hombre que siempre ha deseado: un anodino hombre de negocios, exitoso en el sentido tradicional de la palabra.
El guión de esta cinta, también escrito por Allen, coloca a estas dos mujeres en una encrucijada después de que aparece Juan Antonio, un pintor reconocido que ha tenido un divorcio sonado en el mundo del arte, sobre todo por la destrucción a la que llegó cuando su ex esposa María Elena, una pintora genial y desequilibrada, casi lo asesina.
“Solo el amor no satisfechopuede ser romántico”, dice el protagonista. Cristina, que ensaya ser poeta, se lo repite cada vez que medita. En su propia reflexión dice que busca algo diferente y ella se traduce a sí misma: “Significa que no sé lo que quiero, solo lo que no quiero”.
Hay una voz en off que conduce la historia y que acompaña a la cámara en el periplo por la ciudad, una vez más otra protagonista en las cintas de Allen. La diferencia radica en que no es un espacio oscuro y enigmático, sino soleado y descubierto en donde las obras de Calatrava, Gaudí o Miró están expuestas como en una postal. Las últimas obras de este director (El sueño de Cassandra y Scoop) también fueron filmadas en Europa.
Vicky Cristina Barcelona es una cinta absolutamente digerible, muy diáfana y en donde se puede apreciar la facilidad de los diálogos inteligentes del director neoyorquino de 78 años, que reveló que aceptó rodar la película en Barcelona porque se lo propusieron, y que ya este filme es historia.
Su nuevo proyecto es Whatever matters, y con él regresa, después de algunos años, a la gran metrópoli de sus sueños y obsesiones: Nueva York.
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec
Entradas
.jpg)
Publicar un comentario