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domingo, 9 de noviembre de 2008

Diferencias de género

Por Mariana Carbajal
Al igual que hizo con los varones, la investigadora Débora Tajer entrevistó a mujeres coronarias de 35 a 55 años de sectores medio-bajo y bajo y de sector medio-alto y alto y a un grupo de mujeres con iguales características sociodemográficas sin patología coronaria comprobable. En total, la investigación abarcó 32 mujeres. “En contraposición con el imaginario relativo a ‘cómo son las mujeres que se enferman de este tipo de patología’, las de sectores populares no son exitosas, no trabajan fuera del hogar en tareas competitivas y no se parecen a los hombres”, destacó Tajer.

–¿Qué características tienen las pacientes coronarias de sectores medios?


–Para dar un ejemplo, son las que asumen el abuelazgo con gran involucramiento: en vez de ir largando responsabilidades según la etapa de la vida, suman nuevas sin largar las de la etapa anterior. Me llama mucho la atención que aunque está habiendo mensajes para que las mujeres se consideren como grupo de riesgo, sólo les dicen que se cuiden de los riesgos biológicos coronarios. Hace falta ponerle subjetividad y género a los mensajes para poder prevenir las enfermedades coronarias fundamentalmente en mujeres y también en varones. Una mujer ama de casa, si se toma todo muy a pecho, puede ser una persona vulnerable a este riesgo, y los mensajes de cuidado apuntan sólo al imaginario y a la situación de las mujeres asalariadas y trabajadoras.


–¿El hecho de que sea menor el riesgo de infarto en las mujeres tiene como consecuencia una atención diferencial frente a los varones como pacientes?


–Sí. Lo detectamos en una investigación sobre “Equidad de género en la calidad de atención de los servicios de la ciudad de Buenos Aires”. Esto pasa por la vía de los profesionales pero también por la de las personas que consultan. Los profesionales en general no piensan a las mujeres como pasibles de tener riesgo coronario. Por otro lado, también influye el hecho de que el médico general de las mujeres es el ginecólogo y recién ahora están asumiendo que la sociedad les da ese rol y están tomando en sus manos de manera integral la salud de las mujeres. Además, como cuando las mujeres menstruamos tenemos menos riesgo biológico –yo estudié los riesgos psicosociales– no se cuidan factores que después de la menopausia, si no se tiene un hábito de cuidarse con la sal o si no se tiene un colesterol controlado, se pueden disparar mal. Por otro lado, también vimos en nuestras investigaciones que cuando una mujer llega con síntomas que son los específicos de las mujeres armando un cuadro coronario, que son distintos de los de los varones, muchas veces los servicios de salud las mandan de nuevo a la casa.


–¿En qué casos?

–Si están con dolores musculares, problemas digestivos, algún tipo de opresión en el pecho pero inespecífica. Los profesionales que trabajan teniendo en cuenta los modos de desencadenamiento de la enfermedad coronaria diferencial en mujeres y en varones nos advierten que cuando una mujer consulta con este tipo de problemas es mejor dejarla en la guardia hasta que se vea claramente con el transcurrir de las horas si es enfermedad coronaria o no.


–¿Qué impacto tiene en la mortalidad?

–Altísimo. De hecho las mujeres nos infartamos menos que los varones, pero si nos infartamos, nos morimos más. Pueden influir otros factores, como el hecho de que el comienzo de los infartos es más tarde en edad que en los varones, pero una de las cuestiones es la poca intervención precoz. Porque, según los especialistas, para zafar de la muerte en la enfermedad coronaria primero hay que tener suerte y una buena atención a tiempo.



Fuente: http://www.pagina12.com.ar

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